“Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino , como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llamó al novio y le dijo: Todos sirven primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el inferior. Tú , en cambio, has reservado el vino bueno hasta ahora”.
(Juan 2: 9-10)
Lecturas:
- Isaías 62: 1-5
- Salmo 95: 1-10
- 1 Corintios 12: 4-11
- Juan 2: 1-11
Con la asistencia gratuita del buen Dios y de tanta gente bella que se deja tomar por El, reanudamos nuestra secuencia semanal de COMUNITAS MATUTINA, siempre con la intención de brindar a nuestros lectores una reflexión densa, fiel a los textos originales, a sus intenciones saludables, y al ser humano empeñado en buscar el sentido pleno de la vida en el proyecto de Jesús. La Palabra que la Iglesia propone para cada domingo es cuidadosamente escogida de tal manera que a lo largo del año litúrgico se establezca el proceso completo de la maravillosa y esperanzadora realidad que el Padre Dios nos ha revelado en el Señor Jesucristo.[1]
Es muy significativo que el evangelio que corresponde a este domingo, comenzando 2025, sea la inauguración del ministerio público de Jesús con el milagro realizado en las bodas de Caná, según relata el evangelio de Juan en la primera parte del capítulo segundo. Ya sabemos que en la lectura sapiencial de los textos bíblicos debemos dar el paso cualitativo de lo literal y anecdótico a lo teológico, al sentido profundo de la actuación de Jesús, él no es un mago-taumaturgo sino el Mesías de Dios, el salvador y liberador de todas las realidades de pecado, injusticia, egoísmo, precariedad, muerte, que menoscaban nuestra plenitud. Ahí es donde está la jugada maestra del texto evangélico, y la fiesta de bodas con la conversión del agua en vino tiene una densidad teologal de primer orden: “Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: no tienen vino. Jesús le respondió: mujer, qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía. Pero su madre dijo a los servidores: hagan lo que él les diga”. [2]
El evangelio de Juan posee un rico simbolismo, razón por la que no lo podemos empobrecer reduciéndolo a una lectura literal y a verlo como una colección de prodigios que alteran las leyes ordinarias de la naturaleza. El cuarto evangelio es una exposición de los diversos signos con que la figura de Jesús se va mostrando al mundo [3], esos signos son reveladores de su identidad y de su misión: las bodas de Caná, [4] la curación del hijo de un funcionario real, [5] la curación del paralítico de Betesda, [6] la multiplicación de los panes y los peces, [7] camina sobre las aguas, [8] cura al ciego de nacimiento, [9] resurrección de Lázaro. [10] La genuina teología del milagro nos indica que con Jesús se inaugura un tiempo nuevo de esperanza y sentido total de la vida en Dios, de la que él es portador, consciente de las muchas penurias que padecemos los humanos, principalmente los excluidos, él trae la vitalidad teologal, la afirmación de la dignidad humana, el trabajo liberador que erradica las señales de muerte y desencantos, la posibilidad de una nueva manera de vivir en la que la razón decisiva no la tiene el control del poder sino la generosidad salvífica del Padre
El vino significa la nueva vida que procede de la gratuidad de Dios, la vitalidad suya sucediendo en nosotros para hacernos hombres y mujeres nuevos en la dinámica del Reino. [11] El agua contenida en las tinajas simboliza el antiguo orden religioso del judaísmo que Jesús (el vino, la fiesta, la alegría de vivir como hijos de Dios) supera y resignifica en un ciento por ciento. Los profetas bíblicos se enfocaron en esta perspectiva de esperanza formando al pueblo de Israel en la conciencia mesiánica, que ahora el evangelista Juan presenta con plena madurez anunciando a Jesús como el revelador del Padre: “Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta. Jesús le respondió: Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. Cómo dices: muéstranos al Padre? No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme, yo estoy en el Padre y el Padre está en mí.” [12] Jesús es el sacramento del encuentro con Dios. [13]
Bajo la figura de la fiesta de bodas se inicia el ministerio de Jesús, es una fiesta, es el Dios que se compromete incondicionalmente con la humanidad para que esta llegue a su plenitud de sentido y felicidad. Bien lo sabemos, no se trata de una sombría reforma religiosa, con implementación de normas y sanciones, con doctrinas incomprensibles, es el Dios con nosotros que asume lo humano como lenguaje de plena significación salvífica, no en apariencia, encarnado, inserto en esta realidad histórica, con todo lo que implica nuestra condición, la de los grandes amores y felicidades, también la de los dolores y fragilidades. Es el Dios que en Jesús se da todo sin reservas, el que afirma que su único y decisivo interés es llevarnos por los caminos de la plena humanidad y de la plena divinidad. Es la fiesta de la vida!
Como la presentación que hacen los evangelistas no es cronológica sino teológica, la introducción a la misión publica de Jesús con este milagro es su carta de identidad, su “presentación en sociedad”, al autor del cuarto evangelio le interesa principalmente dejar clara la condición mesiánica de Jesús. El es el esperado de las naciones, el que viene en nombre de Dios para “casarlo” con la humanidad, eso amerita con creces una fiesta de marca mayor como la que se significa en Caná de Galilea. [14]
Algunos interrogantes nos ayudan a una mejor comprensión de este rico texto:
- Cómo puede ser que en una fiesta de bodas de gente rica escasee el vino?
- Cómo puede ser que el mayordomo no haya notado la falta, y que fuera una invitada, María, la que llamó la atención sobre esto?
- Por qué Jesús llama a su madre “mujer”, expresión utilizada para designar a la esposa?
- Qué significa la abundante presencia de agua en seis tinajas, cada una con capacidad de 100 litros, más o menos? Era el agua que se utilizaba para las purificaciones rituales de los judíos.
- Por qué el autor del cuarto evangelio insiste en que este es el primer signo que realiza Jesús?
Si hacemos una interpretación literal de estos “datos” no podríamos entender lo que cada uno significa en la perspectiva determinante que es el mesianismo de Jesús. Por eso nos ayudamos de algunos de los estudiosos del texto joánico[15] para apreciar su significado e inscribirlo así en nuestra experiencia de fe:
- El agua representa el viejo orden religioso, legalista, ritualista, que Jesús viene a superar
- El vino es la alegría abundante que procede de Dios
- María es la “mujer”, el resto fiel del pueblo de Israel que se “desposa” con Dios
- Las bodas significan la alianza de Dios con su pueblo
- Las tinajas de piedra que son seis (en el simbolismo bíblico es el número que representa lo incompleto, lo imperfecto), representan a la Ley religiosa del judaísmo que pretende purificar y salvar al ser humano pero no lo logra porque es insuficiente para hacerlo
- Que sea el primer milagro, el inaugural, se refiere a que este es el prototipo de las otras señales que seguirán para dar crédito a la plenitud salvífico-liberadora de la obra de Jesús.
Lo que acontece en Caná de Galilea es una declaración-preanuncio de las bodas de la cruz [16] y de la mañana pascual [17], el nuevo orden de vida y de salvación que se instala en la historia humana con la presencia del Señor Jesús. Si seguimos explorando la densidad simbólica del texto encontramos que se declara que el viejo orden religioso estructurado sobre la absolutización de la ley y sobre las prescripciones rituales está definitivamente caducado porque ahora en Jesús entramos en el “adorar al Padre en Espíritu y verdad”, expresión que condensa el rico diálogo de Jesús con la mujer samaritano y que es también decisivo de la comprensión propia de este evangelio [18] : “Pero la hora se acerca y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”. [19].
Conocemos bien esa conversación de Jesús con esta mujer en la que se plantea la novedad cualitativa de lo que él trae para bien de la humanidad toda y de aquellos que, en ejercicio de su libertad, quieran acoger ese ofrecimiento. La mediación religiosa establecida en el culto y en la ley tiene sentido si se inscribe en la vida de personas y comunidades que deciden llevar una vida según el Evangelio, el verdadero culto es la vida, lo religioso debe estar cargado de significado evangélico, de una existencia ética, de una referencia prioritaria a Dios y al prójimo, de adoptar como modo de vida el estilo de las bienaventuranzas, de ser libres de las presiones que provienen del poder y del dinero, también del ego y de todo el vano honor del mundo. Cuando vamos a celebrar la eucaristía y los sacramentos, cuando salimos de ellos hacia nuestra cotidianidad, estamos comprometidos al culto nuevo que Jesús establece, nuestra propia vida como ofrecimiento agradable a Dios. [20]
En este evangelio, la obra de Jesús, desde sus mismo comienzos, está revestida de nupcialidad, por eso esta fiesta contiene una significación profunda del desposorio de Dios con la condición humana, es amor mutuo, fidelidad, celebración del gozo ante este Dios que se nos muestra desbordante de amor y de intención salvadora y liberadora. Las bodas de Caná son así un elocuente anuncio de este torrente de vida del que gratuitamente somos destinatarios. Así comenzamos 2025 con esta esperanza!
Antonio José Sarmiento Nova, SJ
[1] LA CASA DE LA BIBLIA. Tú tienes palabras de vida. Lectura creyente de los evangelios dominicales: ciclo C. Verbo Divino. Estella, 2014. BURGOS NÚÑEZ, Miguel de. Sedientos de su palabra: comentarios bíblicos a las lecturas de la liturgia dominical: ciclos A, B y C. San Esteban. Salamanca, 2009 . LEONETTI JUNGL, Manuel. Lecturas bíblicas de los domingos y fiestas, ciclo C. Mensajero. Bilbao, 2009. VANHOYE, Albert. Lecturas bíblicas de los domingos y fiestas, ciclo C. Mensajero. Bilbao, 2009.
[2] Juan 2: 1-5
[3] Este evangelista sólo refiere siete milagros, que los estudiosos del texto bíblico prefieren denominar signos, indicaciones claras del mesianismo de Jesús. DUIGOU, Daniel. Los signos de Jesús en el evangelio de Juan. Desclée de Brower. Bilbao, 2009. HERNÁNDEZ VALENCIA, Juan Sebastián. El libro de los signos (Juan 1:19 -12:50). Aproximación a algunas de sus líneas de investigación. En Franciscanum volumen 63, número 175; páginas 1-28. Universidad de San Buenaventura. Bogotá, 2021. MOLONEY, Francis J. El evangelio de Juan. Verbo Divino. Estella, 2015. GARCÍA MORENO, Antonio. Hermenéutica de los símbolos en San Juan. En https://www.derechopenalenlared.com/libros/hermeneutica-simbolos-san-juan.pdf LEON-DUFOUR, Xavier. Los milagros de Jesús según el Nuevo Testamento. Cristiandad. Madrid, 1979. PAGÁN, Samuel. Los milagros del reino de Jesús de Nazaret. Clie. Barcelona, 2021.
[4] Juan 2: 1-11
[5] Juan 4: 43-54
[6] Juan 5: 1-9
[7] Juan 6: 1-15
[8] Juan 6: 16-21
[9] Juan 9: 1-7
[10] Juan 11: 1-44
[11] LEJONAGOITIA, José Luis. El vino en la religión y en la fiesta. En https://www.ler.letras.up.pt/uploads/ficheiros/9590.pdf JAUREGUI EZQUIBELA, Iñigo. El valor simbólico del vino en las tradiciones religiosas mediterráneas: de Ugarit a la Ley Seca. En https://www.revistarivar.cl/images/vol2n5/8Inigo.pdf
[12] Juan 14: 8-11
[13] SCHYLLEEBECKX, Edward. Cristo, sacramento del encuentro con Dios. Dinor. San Sebastián, 1965. ALVAREZ GÓMEZ, Ignacio. Cristo, sacramento de Dios en la historicidad de los hombres. En Cuestiones Teológicas volumen 33, número 80; páginas 281-314. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre 2006. PLASCENCIA ALDRETE, Juan Carlos. Los sacramentos de la humanidad de Cristo: un acercamiento a la vida sacramental. En https://www.antoniano.org/public/pua/dispense/6.%20PlascenciaSacra.pdf DAELEMANS, Bert. DE la praxis misericordiosa de Jesús a los sacramentos de la Iglesia. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 9 de febrero de 2016. GUILLET, Jacques. De Jesús a los sacramentos. Verbo Divino. Estella, 1987.
[14] ROVIRA BELLOSO, Josep María. Jesús, el Mesías de Dios. Una teología para unir conocimiento, afecto y vida. Sígueme. Salamanca, 2005. STEIN, Robert. Jesús el Mesías: un estudio de la vida de Cristo. Clie. Barcelona, 2006. MERINO BEAS, Patricio. Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Universidad Santo Tomás. Bogotá, 2015.SESBOUÉ, Bernard. Cristo, Señor e Hijo de Dios. Sal Terrae. Santander, 2014.
[15] DODD, Charles. Interpretación del cuarto evangelio. Cristiandad. Madrid, 1978. TUÑÍ, Josep Oriol. El evangelio es Jesús: pautas para una nueva comprensión del evangelio según San Juan. Verbo Divino. Estella, 2012; Jesús y el evangelio en la comunidad joánica. Introducción a la lectura cristiana del evangelio de Juan. BROWN, Raymond E. El evangelio según Juan (2 volúmenes). Cristiandad. Madrid, 1980. LEON-DUFOUR, Xavier. Lectura del evangelio de Juan (4 volúmenes). Sígueme. Salamanca, 1998.
[16] Juan 19: 25-27
[17] Juan 20: 1-8
[18] Juan 4: 1-42
[19] Juan 4: 23-24
[20] BOFF, Leonardo. Los sacramentos de la vida y la vida de los sacramentos. Indoamerican Press Service. Bogotá, 2000. CASTILLO, José María. Símbolos de libertad: teología de los sacramentos. Sígueme. Salamanca, 1982. GARCÍA MORENO, Antonio. Adorar al Padre en espíritu y en verdad. En https://www.core.ac.uk/download/pdf/83564752.pdf CASTELLANO CERVERA, Jesús. Celebración litúrgica y existencia cristiana. En https://revistadeespiritualidad.com/upload/pdf/463arciculo.pdf