COMUNITAS MATUTINA 21 DE JULIO 2024
DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B
“Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato”
(Marcos 6: 34)
Lecturas:
1. Jeremías 23: 1-6
2. Salmo 23
3. Efesios 2: 13-18
4. Marcos 6: 30-34
Cuando hay liderazgos deficientes, plagados de intereses mezquinos, sin clara visión de la realidad, desentendidos de los clamores de las personas que les son confiadas, prepotentes, egoístas, autoritarios, vacilantes, inseguros, engreídos, persistentes en sus equivocaciones, distantes, ególatras, fracturados en su moralidad, vanidosos, incompetentes, podemos afirmar con respecto a las gentes que dependen de ellos que son “como ovejas que no tienen pastor”. 1 Cuántas crisis, desorientaciones, vacíos, se viven en muchos lugares de nuestro mundo cuando los liderazgos no responden a las necesidades y expectativas de las comunidades, de los ciudadanos, de los creyentes! 2 También en nuestra Iglesia, hay que reconocerlo con humildad, hay pastores que fallan gravemente porque no se dedican a su ministerio con generosidad o porque tienen conductas éticas que no van con la rectitud moral que se exige a quien está al frente de la comunidad. 3
Es innegable la necesidad social, comunitaria, política, económica, religiosa, pedagógica, de buenos referentes para orientar a los colectivos, a los países, a las iglesias y comunidades de fe, a los emprendimientos; no es posible propiciar dinámicas constructivas sin personas y grupos que sean modelos de identidad, y garantías para el buen desarrollo de vidas dignas, comprometidas con la plenitud de los seres humanos. Hacer conciencia de las debilidades y pecados de los liderazgos incrementa la necesidad de tener excelentes dirigentes, hombres y mujeres dignos de toda confianza: “Yahvé, quien vivirá en tu tienda? Quién habitará en tu monte santo? El de conducta íntegra que actúa con rectitud, que es sincero cuando piensa y no calumnia con su lengua, que no daña a conocidos ni agravia a su vecino…”. 4 Vienen al corazón los estupendos seres humanos que dan lo mejor de sí en el liderazgo, en el gobierno, en el pastoreo eclesial. El pensamiento bimilenario de Platón y Aristóteles sobre las virtudes políticas sigue teniendo total vigencia y similar necesidad, cuando en “La República” y en “La Política” proponen su pensamiento sobre la organización social y sobre el gobierno de la misma, una propuesta clásica que atraviesa los siglos, 5 con plena vigencia en nuestros tiempos.
Esto, en el medio cristiano en el que vivimos, nos movemos y existimos, es una exigencia de altísimo nivel. El referente es el mismo Jesús dedicado sin reservas al pastoreo, a la gente del común, a sentir como propias sus necesidades, a no escatimar esfuerzos para darse todo a todos, a com-padecer los dolores de su pueblo, a animar y orientar en clave del reino de Dios y su justicia, a no desatender a nadie, a ser modelo de donación de la vida para el bien de todos: “Al desembarcar, vió tanta gente que sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.” 6 Esto es lo que nos proponen las lecturas de este domingo.
El interés prioritario de Dios – no hay ninguno que se le iguale – es la plenitud, felicidad, realización, salvación, liberación, del ser humano. La imagen del pastor – de donde proviene pastoral, la acción apostólica de la Iglesia – surgida del ambiente sociocultural propio del pueblo hebreo, es perfecta para dar plasticidad al interés de Dios por su rebaño, a su incondicionalidad y desvelo para darse a los seres humanos, que somos su opción preferencial. 7 Es lo que en buen lenguaje del Nuevo Testamento llamamos la ministerialidad; vale decir, la servicialidad que compromete a toda la Iglesia, esta no es propiedad del clero, ella es una realidad comunitaria, sinodal, caminando juntos siguiendo los pasos del Señor en el contexto de realidad en el que cada uno vive, acogiendo los carismas que el Espíritu regala para beneficio de toda la comunidad, distinguiendo los distintos tipos de servicio, desmontando el clericalismo y la minimización de los laicos, promoviendo a todos para la vida según el Evangelio. 8
En el Antiguo Testamento los guías políticos y religiosos eran presentados como los pastores de ese rebaño, esta imagen cobró especial relieve a partir de David, el pastor que se convirtió en rey. El rebaño no es propiedad de los pastores, ellos son sus administradores, las ovejas son del Señor, aquellos representan el favor de Dios y deben rendir cuentas de lo que hacen por la porción que les es confiada, son una mediación y, en cuanto tales, son relativos, sin que esta relatividad menoscabe la seriedad con la que deben darse a esta misión. 9 Con frecuencia, el Antiguo Testamento refiere las perversiones e infidelidades de los jefes, lo que deriva en la dispersión del rebaño: “Ustedes han dispersado mis ovejas, las han expulsado y no se han ocupado de ellas. Yo, en cambio , voy a ocuparme de ustedes, para castigar sus malas acciones, oráculo del Señor”. 10
En el caso de la fuerte confrontación que hace la primera lectura advertimos su contexto: el rey Joaquín, con su conducta desatinada, provocó la intervención de Babilonia, y buena parte del pueblo hebreo fue deportado, desplazado, desarraigado de su hábitat, desposeído de sus tierras, de su religión, de sus tradiciones, como sucede tan a menudo en nuestro tiempo con las acciones de los depredadores de la vida y de la dignidad, las noticias en este sentido son penosamente abundantes: “Ay de los pastores que pierden y dispersan el rebaño de mi pastizal!”. 11 La intervención del Señor tiene total justificación por tratarse de su pueblo, de su gente, de su humanidad entrañable – la de aquellos tiempos y la de todos los tiempos de la historia -, y se evidencia así: los deportados a Babilonia son repatriados, se nombran pastores ejemplares, dignos de crédito, y se hace la correspondiente resonancia de salvación-liberación. Se pasa de los pastores con minúscula al Pastor-Jefe, al rey davídico en quien el pueblo puede tener definitiva garantía de cuidado y protección: “Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas, de todos los países adonde las había expulsado, y las haré volver a sus praderas, donde serán fecundas y se multiplicarán. Yo suscitaré para ellas pastores que las apacentarán….”. 12
Esperanza de los pueblos de aquellos siglos antiguos y de los actuales es la de ser guiados con justicia, con generosidad, con reconocimiento eficaz de su dignidad. También en la Iglesia hemos fallado con gravedad cuando algunos pastores se han entregado al carrerismo eclesiástico, a la pedofilia, al clericalismo y al poder, a beneficiarse del prestigio que en muchos ambientes da la condición sacerdotal. Se impone así una confrontación rigurosa y humilde , hondo examen de conciencia de todos en la Iglesia cuando unos proceden de modo tan contrario a Dios y a la dignidad de los cristianos y del ministerio, y cuando las ovejas del rebaño no hacen control de calidad a sus pastores. Con mayor razón, por la originalidad misma del cristianismo, apostamos por la rectitud y santidad de todos en la Iglesia, condición que debe resaltar en quienes pastorean en cuanto referentes de la comunidad.
El ministerio de pastorear las comunidades cristianas es bello, apasionante, seductor, exigente, si se vive como lo vivió el mismo Señor Jesús, y como lo han vivido y siguen viviendo tantos hombres buenos y abnegados de modo abnegado, discreto y con total dedicación. 13 Mucha gente estaba realmente interesada por Jesús, según lo refiere el mismo relato: “Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos” 14 la multitud que reconocía en Jesús y en sus discípulos una gran señal de esperanza.
También llama la atención que Jesús, al sentir compasión, no se dedica a realizar señales milagrosas sino a enseñarles: “y estuvo enseñándoles largo rato”. 15 Sabemos bien que el contenido de su enseñanza es el reino de Dios y su justicia, el cambio de mentalidad con respecto a un Dios que él revela como Padre misericordioso y compasivo, es lo que consume toda su vida de. Este elemento central define el ser cristiano, el servicio, el ministerio, 16 la ofrenda incondicional del propio ser: “ Yo he venido para que las ovejas tengan vida y la tengan en abundancia”. 17
Jesús comprendió que más urgente que descansar era atender a la multitud, sencilla referencia que determina el modo de vida de quien tenga la intención de seguir sus pasos. La Iglesia no puede ser una sociedad piramidal, escalafonada, sino una comunidad con diversidad de carismas y de ministerios, todos iguales en dignidad a partir de la configuración bautismal, distintos en dones y en servicios, pero orientados sin excepción a la construcción de la comunidad de discípulos y a la humanidad toda. Es lo que pretenden la teología y el modelo eclesial de la sinodalidad, caminar juntos, cada uno aportando sus carismas para el caminar comunitario, conservando con énfasis la figura de los pastores que guían a sus comunidades y promueven los carismas de todo el pueblo de Dios. 18
Aspecto clave de este ministerio pastoral es el de la unidad. Partiendo del conflicto del cristianismo naciente, entre cristianos judaizantes y gentiles, Pablo descubre que en el Señor Jesucristo ya no hay razones para la división y para la oposición , esto es definitivo en el ejercicio de su ministerio: “Porque Cristo es nuestra paz: El ha unido los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de la enemistad que los separaba, y aboliendo en su propia carne la ley con sus mandamientos y prescripciones. Así creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz, y los reconcilió con Dios en un solo cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona”. 19
Antonio José Sarmiento Nova, SJ
BIBLIOGRAFÍA