[…] La imperfección de los acuerdos sociales que logramos en el pasado y la violación o el rompimiento de estos, produjo exclusión, violencia y fragmentación con consecuencias dramáticas para la vida de muchos colombianos: víctimas de la violencia paramilitar, de los grupos guerrilleros, de las fuerzas del Estado.
Muchos, y con gran esfuerzo, han tomado la decisión de pasar la página y volver a invertir su energía vital en construir, poco a poco acuerdos sociales pequeños que les retornen la fe en este elusivo objetivo de vivir en paz. Pero es tarea de todos y de todos los días, tratar de recordarle a quienes por cuenta del dolor han olvidado las ventajas que tiene el que hagamos parte de una misma sociedad y de una misma nación, el enorme potencial constructivo que tienen nuestros acuerdos cotidianos.
Pero, ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo restablecer la conversación y la gestación de acuerdos? La primera tarea es escuchar. Sí, escuchar, no ser escuchado. En la vida en comunidad y sobre todo en la vida de una sociedad en proceso de sanación, después de una herida profunda como la nuestra, es vital escuchar. Escuchar no por cortesía. Escuchar no superficialmente mientras se piensa cómo contrarrestar el argumento del otro.
Escuchar más bien, intentado entender quien es mi interlocutor, cuáles son sus deseos y aspiraciones, cuales sus miedos y sus desconfianzas. Solo escuchando con cuidado se puede poner a funcionar la creatividad para generar objetivos comunes, áreas de trabajo conjunto. Escuchar implica evitar ponerse a sí mismo en lugares de superioridad moral que resultan de creer que las ideas que uno defiende son mejores que las de los otros.
Escuchar genuinamente no pasa por juzgar al otro por sus posiciones. Escuchar de verdad, deja de lado la descalificación y no presume todo el tiempo la perversidad o la mala fe del otro. ACUERDO – FUTURO EN TRANSITO, Comisión de la Verdad/Rey Naranjo Editores, 2020, p. 19-20.
P. José Raúl Arbeláez SJ – Equipo CIRE Ampliado